miércoles, 9 de mayo de 2012

El jardín de la muerte


-Pobrecito fantasma -profirió a media voz-, ¿y no hay ningún sitio donde pueda usted dormir?

-Allá lejos, pasando el pinar -respondió él en voz baja y soñadora-, hay un jardincito. La hierba crece en él alta y espesa; allí pueden verse las grandes estrellas blancas de la cicuta, allí el ruiseñor canta toda la noche. Canta toda la noche, y la luna de cristal helado deja caer su mirada y el tejo extiende sus brazos de gigante sobre los durmientes.

Los ojos de Virginia se empañaron de lágrimas y sepultó la cara entre sus manos.

-Se refiere usted al jardín de la Muerte -murmuró.

-Sí, de la muerte. Debe ser hermosa. Descansar en la blanda tierra oscura, mientras las hierbas se balancean encima de nuestra cabeza, y escuchar el silencio. No tener ni ayer ni mañana. Olvidarse del tiempo y de la vida; morar en paz. Usted puede ayudarme; usted puede abrirme de par en par las puertas de la muerte, porque el amor la acompaña a usted siempre, y el amor es más fuerte que la muerte.

Oscar Wilde

No hay comentarios.:

Publicar un comentario