domingo, 29 de enero de 2017

Lo que hacen los vivos de Marie Howe




LO QUE HACEN LOS VIVOS


Johnny, hace días que el fregadero está tapado, algo debe
[ haberse caído por ahí
y el Drano no funciona, huele peligroso, y los platos sucios se
[ apilan
a la espera del plomero que no he llamado. De esas cosas
[ hablábamos.
Invierno: el cielo, azul, obstinado, la luz derramándose
por las ventanas abiertas: la calefacción está muy fuerte y no
[ la puedo apagar.
Hace semanas, mientras manejo, o cuando se me cae la bolsa
[ de compras en plena calle,
que pienso: Esto es lo que hacen los vivos. Y ayer,
[ apurada por
las veredas rotas de Cambridge, mientras se me derramaba el
[ café por la manga,
lo pensé otra vez. Y otra vez después, mientras compraba un
[ cepillo: Esto es.
Estacionar. Cerrar la puerta del carro en medio del frío. Lo
[ que llamabas ese anhelo.
Lo que abandonaste al fin. Queremos que llegue la
[ primavera y que pase el invierno. Queremos
que alguien llame o que no llame, una carta, un beso
[ —queremos más y más y aún mas de ello.
Pero hay momentos, al caminar, cuando me vislumbro
[ fugazmente en la vidriera
de la tienda de la esquina, por ejemplo, que siento un amor
[ tan profundo
por mi propio pelo en el viento, mi rostro cuarteado, mi
[ abrigo, que me quedo sin palabras:
Estoy viva. Y te recuerdo.

viernes, 27 de enero de 2017

Deseando morir



Ya que preguntas, la mayor parte de los días no puedo recordar.
Camino vestida, sin marcas de ese viaje.
Luego la casi innombrable lascivia regresa.

Aun entonces no tengo nada contra la vida.
Conozco bien las hojas de hierba que mencionas,
los muebles que pusiste bajo el sol.

Pero los suicidas tienen un lenguaje especial.
Como los carpinteros, quieren saber con qué herramientas.
Nunca preguntan por qué construir.

Dos veces me afirmé con sencillez,
poseí al enemigo, devoré al enemigo,
incorporé su destreza, su magia.

De este modo, grave y pensativa,
más tibia que el aceite o el agua,
descansé, babeando por el agujero de mi boca.

No se me ocurrió exponer mi cuerpo a la aguja.
Hasta la córnea y la orina sobrante se perdieron.
Los suicidas ya traicionaron el cuerpo.

Nacidos sin vida, no siempre mueren,
pero deslumbrados no olvidan una droga tan dulce
que hasta los niños mirarían con una sonrisa.

¡Empujar toda esa vida bajo tu lengua!
eso sólo se convierte en una pasión.
La muerte es un hueso triste, golpeado dirías,

y sin embargo ella me espera, año tras año,
para reparar con delicadeza una vieja herida,
para liberar mi aliento de su prisión maligna.

Balanceándose allí, a veces se encuentran los suicidas,
rabiosos ante el fruto, una luna inflada,
dejando el pan que confundieron con un beso
dejando la página del libro abierto con descuido
algo sin decir, el teléfono descolgado
y el amor, o lo que haya sido, una infección.


Anne Sexton

De las laudes de Jacopone da Todi





LX

¡Oh amor de pobreza,
reino de tranquilidad!
Pobreza, vía segura,
no hay en ella riña ni rencor;
del ladrón no tiene temor,
ni tempestad alguna.
Pobreza mora en paz,
ningún testamento hace:
deja el mundo como está
y a las gentes concordadas.
No va a juez ni a notario,
a casa no lleva salario;
ríese del hombre avaro,
que está en tanta ansiedad.
Pobreza, alto saber,
a ninguna cosa someterse,
en desprecio poseer
todas las cosas creadas.
Quien desprecia, sí posee;
poseyendo no se daña:
nada le retiene
de hacer sus jornadas.
Quien desea es poseído:
a lo que ama se ha vendido;
si él piensa que ha tenido,
mala recompensa ha obtenido.
Demasiado escaso es mi coraje
si entro en vasallaje,
la semejanza de Dios que tengo,
la corrompiera en vanidad.
Dios no habita en corazón estrecho;
tanto es grande cuanto tienes afecto;
Pobreza tiene, sí, gran pecho,
donde alberga la Deidad.
Pobreza es el cielo escondido
para quien está en la tierra oscurecido;
quien en el tercer cielo suyo ha entrado,
oye arcana profundidad.
El primer cielo es el firmamento,
de todo honor despojamiento:
grande pone impedimento
a encontrar seguridad.
Para hacer al honor en ti morir,
las riquezas has de desterrar,
a la ciencia enmudecer
y huir la fama de la santidad.
La riqueza el tiempo quita,
la ciencia en viento se hincha,
la fama alberga y acoge
la hipocresía de todas partes.
Paréceme cielo estrellado
quien de estas tres es despojado;
mirar otro cielo velado:
aguas claras solidadas.
Cuatro vientos mueve el mar,
que a la mente hacen turbar:
el temer y el esperar,
el doler y el gozar.
Estos cuatro despojamientos
más que los primeros son duros;
si los digo, por error
a quien no tiene capacidad:
del infierno no temer
y del cielo esperanza no tener,
de ningún bien gozar
y no dolerse de la adversidad.
La virtud no es el porqué,
que el porqué está fuera de ti:
siempre incógnito te importa
curar tu enfermedad.
Si están desnudas las virtudes
y los vicios no vestidos,
mortales se hacen heridas
caen en tierras vulneradas.
Luego los vicios mueren,
las virtudes resucitan
confortadas por la casa
de toda impasibilidad.
El tercer cielo es de más altura,
no tiene término ni mesura:
fuera de la imaginación
fantasías mortificadas.
De todo bien se ha despojado
y de virtud expropiado:
atesoras lo adquirido
en tu propia vileza.
Este cielo es fabricado,
en una nada está fundado,
donde el amor purificado
vive en la verdad.
Cualquier cosa que te parezca no es,
tan alto es el que es:
La soberbia en el cielo está
y condénase la humildad.
Entre la virtud y el acto
a muchos se oye en el juego: "Mate":
así piensa obtener un buen trato
quien está en tierra alienado.
Este cielo tiene nombre "No":
remoza lengua e intención,
donde el amor está en prisión
en esa luz oscurecida.
Toda luz es tiniebla,
o toda tiniebla es día:
la nueva filosofía
los odres viejos ha roto.
Allí donde Cristo está asentado,
todo lo viejo es por ella remozado,
lo uno en lo otro transformado
en admirable unidad.
Vive amor sin afecto
y saber sin intelecto,
el querer de Dios electo
para hacer su voluntad.
Vivir yo y no yo,
y ser mío no ser mío,
esto es un pasto tal
que definirlo no sé.
Pobreza es nada tener
y nada además querer,
y toda cosa poseer
en espíritu de libertad.

Primer grado de la soberbia: La curiosidad / San Bernardo de Claraval


El primer grado de la soberbia es la curiosidad. Puedes detectarla a través de una serie de indicios. Si ves a un monje que gozaba ante ti de excelente reputación, pero que ahora, en cualquier lugar donde se encuentra, en pie, andando o sentado, no hace más que mirar a todas partes con la cabeza siempre alzada, aplicando los oídos a cualquier rumor, puedes colegir, por estos gestos del hombre exterior, que interiormente este hombre ha sufrido un cambio. "El hombre perverso y malvado guiña el ojo, mueve los pies y señala con el dedo" (Pr 6, 12-13). Por este inhabitual movimiento del cuerpo puedes descubrir la incipiente enfermedad del alma. Y el alma que, por su dejadez, se va entorpeciendo para cuidar de sí misma, se vuelve curiosa en los asuntos de los demás. Se desconoce a sí misma. Por eso es arrojada afuera para que apaciente a los cabritos. Con acierto llámense cabritos, símbolos del pecado, a los ojos y a los oídos; porque lo mismo que la muerte entro en el mundo por el pecado, así penetra por estas ventanas en el alma. El curioso se entretiene en apacentar a estos cabritos, mientras que no se preocupa de conocer su estado interior.

Si cuidas con suma atención de ti mismo, difícil será que pienses en cualquier otra cosa...

"No debes saber más de lo que conviene" (Rm 12, 3). Probar el mal no es saborearlo, sino haber perdido el gusto. Guarda bien lo que se te ha confiado; espera lo prometido. Evita lo prohibido, no sea que pierdas lo que ya posees.

¿Por qué te obsesionas con tu propia muerte? ¿Por qué diriges con tanta frecuencia tus ojos inquietos hacia ese árbol? ¿Por qué te agrada mirar lo que no se puede comer?

Tu me respondes: "Sólo me acerco con los ojos, no con las manos. No se me ha prohibido mirar, sino comer. ¿Es que no puedo levantar hacia donde quiera estos dos ojos que Dios ha dejado a mi libertad?"

El Apóstol responde: "Todo me está permitido, pero no todo me aprovecha" (1 Co, 612).

jueves, 19 de enero de 2017

Noche oscura del cuerpo de Jorge Eduardo Eielson






Cuerpo melancólico

Si el corazón se nubla el corazón
La amapola de carne que adormece
Nuestra vida el brillo del dolor arroja
El cerebro en la sombra y riñones
Hígado intestinos y hasta los mismos labios
La nariz y las orejas se oscurecen
Los pies se vuelven esclavos
De las manos y los ojos se humedecen
El cuerpo entero padece
De una antigua enfermedad violeta
Cuyo nombre es melancolía y cuyo emblema
Es una silla vacía.



Cuerpo mutilado

Cuento los dedos de mis manos y mies pies
Como si fueran uvas o cerezas y los sumo
A mis pesares. Multiplico lágrimas humores
Minuciosas gotas de saliva
En estalactitas tibias y plateadas
Divido uñas y quejidos agrego dientes
Sinsabores luminosos segmentos de alegría
Entre murallas de cabellos y corolas
Que sonríen y que duelen. Todo dispuesto
En cúpulas sombrías en palpitantes atados
De costillas quebradas como si fuera un ciervo
Un animal acorralado y sin caricias
En un círculo de huesos
Y latidos.



Cuerpo en exilio

Tropezando con mis brazos
Mi nariz y mis orejas sigo adelante
Caminando con el páncreas y a veces
Hasta con los pies. Me sale luz de las solapas
Me duele la bragueta y el mundo entero
En una esfera de plomo que me aplasta el corazón
No tengo patria ni corbata
Vivo de espaldas a los astros
Las personas y las cosas me dan miedo
Tan sólo escucho el sonido
De un saxofón hundido entre mis huesos
Los tambores silenciosos de mi sexo
Y mi cabeza. Siempre rodeado de espuma
Siempre luchando
Con mis intestinos y mi tristeza
Mi pantalón y mi camisa.


 


Cuerpo transparente

Completamente azul y despeinado
El corazón y la cabeza entre las nubes
Heme sin mejilla y sin mirada
Con un rayo de luna en el bolsillo
Para vivir
Uso una máscara de carne y hueso
Un cigarrillo y luego una sonrisa
O primero una sonrisa y luego un cigarrillo
Posiblemente encendido
Visto saco y pantalón planchado
Frecuento hoteles amarillos
Nadie me espera ni me conoce ni me mira
Mi cuerpo es humo materia indiferente
Que brilla brilla brilla
Y nunca es nada.



Cuerpo pasajero

Sentado en una silla
Con los ojos y las manos en pantalla
Veo pasar el río de mi sangre
Hacia la muerte
Venas cartílagos y nervios
Resplandecen tiernamente cuando duermo
Y nada me vuelve más dichoso
Que el fulgor de las estrellas
Encerrado en mis arterias
Pero nada me vuelve más sombrío
Que la luz de un cigarrillo
Cuando pienso en el futuro
Y un remolino de ceniza
Bruscamente desbarata mi sonrisa
Y mi pasado.


Último cuerpo

Cuando el momento llega y llega
Cada día el momento de sentarse humildemente
A defecar y una parte inútil de nosotros
Vuelve a la tierra
Todo parece más sencillo y más cercano
Y hasta la misma luz de la luna
Es un anillo de oro
Que atraviesa el comedor y la cocina
Las estrellas se reúnen en el vientre
Y ya no duelen sino brillan simplemente
Los intestinos vuelven al abismo azul
En donde yacen los caballos
Y el tambor de nuestra infancia.

martes, 10 de enero de 2017

En celebración de mi útero de Anne Sexton



Todo en mí es un pájaro.
Vuelo con todas mis alas.
Querían extirparte
pero no lo harán.
Decían que estabas inconmensurablemente vacío
pero no lo estás.
Decían que estabas enfermo casi muriendo
pero estaban equivocados.
Cantas como una colegial
Tú no estás rota.
Dulce peso,
en celebración de la mujer que soy
y del alma de la mujer que soy
y de la criatura central y de su placer
Canto para ti. Me arriesgo a vivir.
Hola, espíritu. Hola, taza.
Fijar, cubrir. Cubre lo que contiene.
Hola a la tierra de los campos.
Bienvenidas, raíces.
Cada célula tiene una vida.
Hay aquí bastantes para satisfacer una nación.
Basta que el populacho posea sus bienes.
Cualquier persona, cualquier grupo diría:
“Es bueno que este año podamos plantar nuevamente
y pensar en otra cosecha.
Una plaga había sido prevista y ha sido eliminada”.
Así que muchas mujeres están cantando juntas:
una en una fábrica de zapatos maldiciendo la máquina,
una en un acuario cuidando a una foca.
una aburrida al volante de su FORD,
una cobradora en el peaje,
una enlazando a un becerro en Arizona,
una con una pierna de cada lado del violonchelo en Rusia,
una cambiando panelas en un fogón en Egipto,
una pintando del color de la luna las paredes del cuarto,
una muriendo pero acordándose de un desayuno,
una acostada en una estera en Tailandia,
una limpiando el culo de su bebe,
una mirando por la ventana del trén
en el medio de Wyoming y una está
en cualquier parte y algunas están en toda parte y todas
parecen estar cantando, aunque algunas no puedan ni siquiera
cantar una nota.
Dulce peso
en celebración de la mujer que soy
déjame llevar una echarpe de tres metros,
déjame tocar el tambor por las que tienen diecinueve años,
déjame llevar tazas para ofrecer
(si es eso lo que me toca).
Déjame estudiar el tejido cardiovascular,
déjame calcular la distancia angular de los meteoros,
déjame chupar el peciolo de las flores
(si es eso lo que me toca).
Déjame imitar ciertas figuras tribales
(si es eso lo que me toca).
Por eso el cuerpo necesita
que me dejes cantar
para la cena,
para el beso,
para el cierto
sí.

domingo, 8 de enero de 2017

Soneto de fidelidad de Vinicius da Moraes



De todo, a mi amor estaré atento
antes, y con tal celo, y siempre, y tanto
que aún enfrentado al mayor encanto
de él se encante más mi pensamiento.

Quiero vivirlo en cada vano momento
y en su honor he de esparcir mi canto
y reír mi risa y derramar mi llanto
a su pesar o su contentamiento.

Y así, cuando más tarde me procure
quién sabe la muerte, angustia de quien vive
quién sabe la soledad, fin de quien ama

Yo me pueda decir del amor (que tuve):
que no sea inmortal, puesto que es llama
pero que sea infinito mientras dure.

Circe de Gabriel Zaid




Mi patria está en tus ojos, mi deber en tus labios.
Pídeme lo que quieras menos que te abandone.
Si naufragué en tus playas, si tendido en tu arena
soy un cerdo feliz, soy tuyo, mas no importa.
Soy de este sol que eres, mi solar está en ti.
Mis lauros en tu dicha, mi hacienda en tus haberes.

Unión libre de André Breton





Mi mujer con la cabellera de fuego de los bosques
Con pensamientos de relámpago de calor
Con su talle de reloj de arena
Mi mujer con su talle de nutria en los dientes del tigre
Mi mujer con la boca de escarapela y de ramillete
de estrellas de un ínfimo tamaño
Con dientes de huellas de ratones blancos en la tierra blanca
Con la lengua de ámbar y vidrio frotados
Mi mujer con la lengua de hostia apuñalada
Con la lengua de muñeca que abre y cierra los ojos
Con la lengua de piedra increíble
Mi mujer con pestañas de palotes de escritura de niño
Con sus cejas de borde de nido de golondrina
Mi mujer con sus sienes de pizarra en un techo de invernadero
Y de vaho en los vidrios
Mi mujer con hombros de vino de champaña
Y de frente con cabeza de delfines bajo la nieve
Mi mujer con muñecas de fósforos
Mi mujer con dedos de azar y de as de copas
Con sus dedos de heno cortado
Mi mujer con axilas de marta y de bellotas
De noche de San Juan
De alheña
Con sus brazos de espuma de mar y de esclusa
Y de mezcla de trigo y de molino
Mi mujer con piernas de cohete
Con sus movimientos de relojería y desesperación
Mi mujer con pantorrillas de médula de saúco
Mi mujer con sus pies de iniciales
Con pies de manojo de llaves con pies de canarios blancos que beben
Mi mujer con cuello de cebada imperlada
Mi mujer con su garganta de Valle de Oro
Que se cita en el lecho mismo del torrente
Con sus senos de noche
Mi mujer con senos de albergue marino de topos
Mi mujer con senos de crisol de rubíes
Con sus senos de espectro de la rosa bajo el rocío
Mi mujer con vientre del despliegue del abanico de los días
Con su vientre de garra gigantesca
Mi mujer con espalda de pájaro que en vertical escapa
Con espalda de plata viva
Con espalda de luz
Con la nuca de canto rodado y de tiza mojada
Y de caída de un vaso donde se acaba de beber
Mi mujer con caderas de barquilla
Con caderas de araña y de rabo de flechas.
Y de tallo de plumas de pavo real blanco
De balanza insensible
Mi mujer con nalgas de arenisca y de amianto
Mi mujer con nalgas de tomo de cisne
Mi mujer con nalgas de primavera
Con sexo de espadaña
Mi mujer con sexo de arenal de oro y de ornitorrinco
Mi mujer con sexo de alga y de viejo bombón
Mi mujer con sexo de espejo
Mi mujer con ojos llenos de lágrimas
Con ojos de panoplia violeta y de aguja imantada
Mi mujer con ojos de sábana
Mi mujer con ojos de agua para beber en la cárcel
Mi mujer con ojos de bosques siempre bajo el hacha
Con ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego.

Desde entonces de José Emilio Pacheco



Hubo una edad (siglos atrás, nadie lo recuerda)

en que estuvimos juntos meses enteros,

desde el amanecer hasta la media noche.

Hablamos todo lo que había que hablar.

Hicimos todo lo que había que hacer.

Nos llenamos

de plenitudes y fracasos.

En poco tiempo,

incineramos los contados días.

Se hizo imposible

sobrevivir a lo que unidos fuimos.

Y desde entonces la eternidad

me dio un gastado vocabulario muy breve:

“ausencia”, “olvido”, “desamor”, “lejanía”.

Y nunca más, nunca más, nunca, nunca.

Detengan los relojes de W. H. Auden

Detengan los relojes
desconecten el teléfono
denle un hueso al perro
para que no ladre
Callen los pianos y con ese
tamborileo sordo
saquen el féretro...
Acérquense los dolientes
que los aviones
sobrevuelen quejumbrosos
y escriban en el cielo
el mensaje...
él ha muerto.

Pongan moños negros
en los níveos cuellos de las palomas
que los policías usen guantes
de algodón negro.

Él era mi norte mi sur
mi este y oeste
mi semana de trabajo y mi
domingo de descanso
mi mediodía, mi medianoche
mi conversación, mi canción.

Creí que el amor perduraría
por siempre.
Estaba equivocado.

No precisamos estrellas ahora...
Apáguenlas todas
Envuelvan la luna
desarmen el sol
Desagüen el océano y
talen el bosque
porque de ahora en adelante
nada servirá.

Llevo tu corazón conmigo de E. E. Cummings




Llevo tu corazón conmigo
lo llevo en mi corazón
Nunca estoy sin él
allá donde voy,
vas tu, querida
y todo aquello hecho solo por mi
lo haces tú, mi amada
No temo al destino
porque tú eres mi destino, mi amor
no quiero ningún mundo
pues hermosa, tú eres mi mundo, mi fiel
He aquí el mayor secreto que nadie conoce
he aquí la raíz de la raíz
y el brote del brote
y el cielo del cielo
de un árbol llamado vida
que crece más de lo que
el alma puede esperar o la mente ocultar
es la maravilla que mantiene las estrellas separadas
Llevo tu corazón
lo llevo en mi corazón.

Asfódelo de William Carlos Williams



Del asfódelo, esa flor algo verde,
igual que un botón de oro
sobre su tallo bifurcado
—si no fuera porque es verde y leñoso—
yo vengo, querida,
a cantarte.
Vivimos mucho tiempo juntos
una vida llena,
si quieres,
de flores- Así que
me alegré
apenas supe
que también había flores
en el infierno.
Hoy
estoy lleno de la memoria borrosa de aquellas flores
que a los dos nos gustaban
incluso esta pobre
cosa descolorida
—la vi
cuando era un niño—
poco apreciada entre los vivos
aunque los muertos la ven,
preguntándose entre ellos:
¿ Recuerdo algo
que estuviera modelado
como esta cosa?
mientras nuestros ojos se llenan
de lágrimas.
De amor, constante amor
contarán que
aunque demasiado débil un baño de carmesí
le da color
para hacerla totalmente creíble.
Hay algo,
algo urgente
que debo decirte a ti
y sólo a ti
pero que debe esperar
mientras bebo en
el goce de tu cercanía
quizá por última vez.
Y así,
con el miedo en el corazón,
dejo que pase el tiempo
y sigo hablando
porque no me atrevo a detenerme.
Óyeme mientras hablo
contra el tiempo.
No durará
mucho
He olvidado
y veo sin embargo con bastante claridad
algo
central en el cielo
que
¡Un olor
emana de él!
¡Un olor dulcísimo!
¡Madreselva! Y ahora
llega el zumbar de una abeja
y toda una marea
de memorias hermanas.
Sólo dame tiempo,
tiempo para recordarlas
antes de que deba hablar.
Dame tiempo,
tiempo
Cuando era muchacho
tenía un libro
al que, de tanto en tanto,
agregaba flores prensadas;
luego, tras cierto tiempo,
tuve una buena colección.
El asfódelo,
agorero,
entre ellas.
Te traigo
resucitada,
la memoria de esas flores.
Eran dulces
al prensarlas
y retenían
algo de su dulzura
por largo tiempo.
Es un curioso olor,
un olor moral,
éste que me trae
cerca de ti.
El color
fue lo primero en irse.
Tuvo que llegarme
un desafío,
tu querido ser
mortal como yo lo era,
¡la garganta del lirio
ante el colibrí!
La riqueza sin fin
pensé,
me tiende sus brazos.
Mil tópicos
en un florecer del manzano.
A sí misma
se dio de buena gana la tierra generosa
¡El mundo entero
llegó a ser mi jardín!
Pero el mar
que nadie cultiva
también es jardín
cuando el sol lo hiere
y las olas
despiertan.
Lo vi
lo mismo que tú
cuando hace avergonzar
a todas las flores.
Además, allí está la estrella de mar
endurecida por el sol
y las otras hierbas
y algas marinas. Sabíamos esto
y lo demás acerca suyo
porque nacimos junto al mar,
conocimos sus setos rosa
al mismo borde del agua.
Allí crece la malva coral,
y cuando es época
las frutillas
y allí, más tarde,
fuimos a recoger
la ciruela silvestre.
No puedo decir
que llegué al infierno
por tu amor
pero muchas veces
me descubrí allí
al ir en tu búsqueda.
No me gustó
y quise estar
en el Cielo. Óyeme.
No te alejes.
Aprendí mucho durante mi vida,
en los libros
y fuera de ellos
acerca del amor.
La muerte
no marca su fin.
Hay una jerarquía
que puede ser recorrida,
creo,
en su servicio.
Su galardón:
es una flor mágica;
un gato de veinte vidas.
Si nadie viene a ponerlo a prueba
el mundo
saldrá perdiendo.
Ha sido
para ti y para mí
como el que vigila una tormenta
viniendo sobre el agua.
Estuvimos
año tras año
frente al espectáculo de nuestras vidas
con las manos juntas.
La tormenta desenvuelta.
El relámpago
juega sobre el filo de las nubes.
Hacia el norte el cielo
es plácido,
azul en los arreboles
mientras la tormenta crece.
Es una flor
que pronto alcanzará
el máximo de su florecer.
Bailábamos,
en nuestras mentes,
y leíamos un libro juntos.
¿Recuerdas?
Era un libro serio.
Y así los libros
entraron en nuestras vidas.
¡El mar! ¡El mar!
Siempre
cuando pienso en el mar
me viene a la mente la Ilíada
y el yerro público de Helena
que engendró el poema.
De no haber sido por él
no hubiera habido poema y el mundo,
si hubiésemos recordado
esos pétalos carmesí
desparramados sobre las piedras,
lo hubiera llamado simplemente
asesinato.
La orquídea sexual que floreció entonces
enviando a tantos
hombres
desinteresados a sus tumbas
les dejó su memoria
a una raza de locos
o de héroes
si el silencio es una virtud.
El mar solo
en su multiplicidad
guarda alguna esperanza.
La tormenta
resultó abortada
pero nosotros seguimos
tras los pensamientos que ella despertó
para
cimentar de nuevo nuestras vidas.
Es la mente
la mente
que debe ser curada
antes de la intervención
de la muerte
y se volverá otra vez
un jardín. El poema
es complejo y también el lugar que hay hecho
en nuestras vidas
para el poema.
El silencio puede asimismo ser complejo también
pero no se llega lejos
con el silencio.
Empieza otra vez.
Es como el catálogo
de naves en Homero:
ocupa el tiempo.
Hablo con figuras
lo suficiente, los vestidos
que llevas puestos también son figuras,
no podríamos encontrarnos
de otro modo. Cuando hablo
de flores
es para recordar
que en un tiempo
fuimos jóvenes.
No todas las mujeres son Helena,
ya lo sé,
pero tienen a Helena en sus corazones.
Querida mía:
lo tienes en el tuyo, por eso
te amo
y no podría amarte si no fuera así, de otro modo.
Imagina que ves
un campo hecho de mujeres
todas de un blanco-plata.
¿Qué habrías de hacer
sino amarlas?
¡La tormenta estalla
o se disipa! y no es
el fin del mundo.
El amor es algo más,
o al menos así lo pensé,
un jardín que se expande,
aunque te conocí como mujer
y nunca pensé de otra forma,
hasta que el mar entero
haya sido tomado
y todos sus jardines.
Era el amor del amor
el amor que devora todo el resto,
un amor agradecido,
un amor a la naturaleza, la gente,
los animales,
un amor que engendra
la gentileza y bondad
que me movieron
y eso fue lo que en ti yo vi.
Debí haber sabido
aunque no lo supe,
que el lirio del valle
es una flor que causa mucho mal
al que la sopla.
Tuvimos nuestros hijos
rivales en la furiosa arremetida general.
Los dejé a un lado
a pesar de cuidarlos
tanto como un hombre
puede cuidar a sus hijos
en la medida de mis luces.
Tú lo entiendes
tenía que encontrarte
después de lo que pasó
y tengo todavía que encontrarte.
Amor
al que también tú reverenciarás
conmigo;
una flor
una flor muy frágil
será nuestra alianza
y no porque
seamos demasiado débiles
para actuar de otro modo
sino porque
en la cumbre de mi potencia
arriesgué lo que debía hacer,
para probar que no obstante
nos amamos
mientras mis huesos sudaban
porque no podía gritártelo
en el acto.
Del asfódelo, esa flor algo verde,
yo vengo, mi amor,
a cantarte!
Mi corazón revive
cuando piensa que te trae noticias
de algo
que te concierne
y concierne a muchos hombres. Mira
lo que se hace pasar por nuevo.
No lo encontrarás allí sino
en los poemas despreciados.
Es difícil
obtener noticias de los poemas
aun cuando los hombres mueren miserablemente todos los días
por carecer
de lo que se encuentra allí.
Óyeme
que también a mí me conciernen
y a cada hombre
que quiere morir en su cama pacíficamente
reconciliado.

lunes, 2 de enero de 2017

Cuerpo de Tusiata Avia

Imagen: The adipositivity project



Mi cuerpo no es una disculpa 
no es un escondite.
No es una fortaleza arreglada y artística 
Mi cuerpo no es una piscina de agua insípida 
Mi cuerpo no está clausurado 
no se puede imaginar con otra forma o textura
no para ti, querido.
Mi cuerpo es una cascada de carne
Mi cuerpo es una manada de animales, gordos y gimiendo en el festín de la matanza
es la celebración invadiendo el rostro de los hambrientos
es abundancia y más abundancia
es tuétano y jalea y grasa chisporroteante goteando constante sobre la hoguera.
Mi cuerpo es un bautismo, un confesionario
Mi cuerpo es la promesa de cien mil soldados vírgenes
Mi cuerpo es la guerra que estremece la tierra
Mi cuerpo es el shalom y el salaam
Mi cuerpo es la madre asesinada de súbito en la calle
Mi cuerpo es la madre muriendo lentamente
Mi cuerpo es el niño asustado al que convencieron de salir de debajo del cuerpo de su madre caída
con la promesa de la miel.
Mi cuerpo es la miel ahogando a los ciegos, los cojos, los sordos, los mudos
 Mi cuerpo es un hospital
Mi cuerpo es un orfanato
Mi cuerpo es cien helados enfilados como los padres
Mi cuerpo es el alofa y la aroha
Mi cuerpo es el Sinaí, el Mar Rojo, Hawai
Mi cuerpo es una habitación llena de ancestros lanzados a través del agujero de mi pecho
Hine-nui-te-po, Pelé, Nafanua, Isis, Afrodita
sus brazos y piernas y el pelo caliente y húmedo y enmarañado cuando se marchan
Mi cuerpo es la distancia entre nuestro huesos, querido.
Mi cuerpo pierde la cabeza y sus modales
Mi cuerpo está temblando, resbaladizo y enrojecido, como un recién nacido
Mi cuerpo es tu madre
Mi cuerpo es tu medicina
Mi cuerpo es la partera apresurando tu propio nacimiento
jalándote desde el interior de tu mismo vientre
Mi cuerpo es el Corán, la Torá
Mi cuerpo es Cristo
Mi cuerpo es la profetisa, la diosa samoana de la guerra
Mi cuerpo deja el infierno y navega los océanos
Mi cuerpo está mojado por el viaje y asusta a los que corren a encontrarme
Mi cuerpo sabe sólo de sí mismo
que es todo el mundo
y el cielo y la luna
y los planetas girando
Mi cuerpo los atrapa a todos con su red de piel
Mi cuerpo es la morada de mi cuerpo y habita en la tierra entre nosotros.