Oh, rubí de sangre
que desde lo alto ha fluido
y que la divinidad ha tocado.
Tú eres una flor
a la cual el invierno
del aliento de la serpiente
no podrá dañar nunca.
O rubor sanguinis,
qui de excelso illo fluxisti,
quod divinitas tetigit,
tu flos es,
quem hiems de flatu serpentis
num quam lesit.
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