miércoles, 26 de noviembre de 2025
Un poema de Osip Mandelshtan
Se me dio un cuerpo – ¿quién me dice para qué?
Es sólo mío, sólo él.
La alegría apacible: poder respirar, vivir.
¿A quién darle las gracias?
Debo ser el jardinero, debo ser también la flor.
Aquí en el calabozo del mundo no estoy solo.
El cristal de la eternidad
exhala mi aliento, mi calor.
El dibujo en el cristal, la letra:
no la lees, no la reconoces.
Aunque el vaho desaparezca pronto,
el delicado dibujo permanece.
Osip Mandelshtam
sábado, 22 de noviembre de 2025
Resplandor
Vendaje
blanco y con mi rostro aun marcado
esperas en silencio y expectante.
Cuando estoy bien
cuando estoy trabajando
me olvidas por completo, vendaje
y te repliegas en la esquina de mi armario.
Ay… pero
cuando estoy herido y doliente
te estiras y me enrollas, vendaje
y sosiegas mis lesiones y me abrazas con tu calidez
eres mi único protector.
Cualquiera puede medir la longitud de unas vendas
pero yo, ahora
agradezco y me hundo
en el profundo e incalculable amor de mi vendaje.
Poema de la colección póstuma de Arai Shin’ichi, escrita en el invierno de 1934, año en el que murió en el parque Nagashima Aisei.
Traducción de Matías Chiappe
Imagen: Leproso por Lazaro Konrad Von Soest
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