jueves, 3 de enero de 2013

El fino arte de la risa


Todos los auténticos novelistas están a la escucha de esa sabiduría suprapersonal, lo cual explica que las grandes novelas sean siempre un poco más inteligentes que sus autores. Los novelistas que son más inteligentes que sus obras deberían cambiar de oficio.

Pero ¿en qué consiste esta sabiduría? ¿Qué es la novela? Hay un admirable proverbio judío que dice: El hombre piensa, Dios rie. Inspirándome en esta sentencia, me gusta imaginar que François Rabelais oyó un día la risa de Dios y que así fue cómo nació la primera gran novela europea. Me complace pensar que el arte de la novela ha llegado al mundo como eco de la risa de Dios.  ¿Por qué ríe Dios al observar al hombre que piensa? Porque el hombre piensa y la verdad se le escapa. Porque cuanto más piensan los hombres más lejano está el pensamiento de uno del pensamiento de otros. Y finalmente, porque el hombre nunca es lo que cree ser.

[…]

François Rabelais inventó muchos neologismos que luego entraron en la lengua francesa y en otros idiomas pero una de estas palabras fue olvidada y debemos lamentarlo. Es la palabra agelasta; su origen es griego y quiere decir: el que no ríe, el que no tiene sentido del humor. Rabelais detestaba a los agelastas. Les temía. Se quejaba de que los agelastas fueran tan “atroces con él” que había estado a punto de dejar de escribir y para siempre. No hay posibilidad de paz entre el novelista y el agelasta. Como jamás han oído la risa de Dios los agelastas están  convencidos de que la verdad es clara, de que todos los seres humanos deben pensar lo mismo y de que ellos son exactamente lo que creen ser. Pero es precisamente al perder la certidumbre de la verdad y el consentimiento unánime de los demás cuando el hombre se convierte en individuo.

Milan Kundera, El arte de la novela.

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