I
Llegó al cuarto entre asustada y no
su piel había memorizado calles
para que yo esta noche las caminase todas.
Llegó invadida de cebolla y pena,
de fiebre del pequeño y vecinas absurdas.
Llegó cansada de saludos breves,
preguntarse por qué a tanto silencio.
Necesitaba
que esta noche sus hombros arriben a otro puerto,
sus manos algo lejos del filo de la escoba,
su pelo rojo en otra almohada.
Entonces comprendí
que la mujer del prójimo es ajena,
incluso para él.
II
No unté mis ojos
con el paisaje de los tuyos,
ni desordené el día para que aparecieras,
ni he juntado tus ruidos con mi boca
para que no doliesen las preguntas,
ni siquiera
me llamo como dices, pero
puedes quedarte,
hay un poco de sopa, algo de vino,
afuera está lloviendo en otro idioma.
Jorge Boccanera
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