LA CANCIÓN INTRASCENDENTE
Tonadilla de viajero:
del corazón a la boca,
y de la boca, al sendero.
Siembra en los rumbos del viento
y quién sabe
si vayas a hacer granero
en la garganta de un ave.
Por los valles y los montes
anda a probar tu fortuna:
los cabellos de los pinos
huelen a viento y a luna.
El río tiene su flauta
y la fuente sus espejos:
quédate y canta con ellos,
nosotros vamos más lejos.
Tu padre no quiere oírte
después de haberte engendrado:
no eres más que una canción
que el viento se habrá llevado.
Viajeros somos, viajeros
que andamos nuestro camino:
una y monte, monte y luna,
manta y silbo, pan y vino.
Y como es recio el camino,
llevamos por equipaje:
en el pecho, el corazón,
y en la boca una canción
para el viaje.
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