El soldado dice que él también
podría escribir poemas
si quisiera
no entiende que
en el Imperio que él defiende
la poesía es alta traición
y que las palabras para su pluma
no se las entrega el ejército.
Él no las vio
volar
el vuelo atolondrado
de las golondrinas de Bagdad
ensordecidas con las explosiones.
No las sintió
temblar
en labios del bebé
que nació por cesárea
en vísperas de la guerra
para huir en brazos de su madre
de la ciudad amenazada.
No las sintió
atragantarse
en la garganta del niño
que imploró
agua, Mister
por favor, Mister, agua
cuando los soldados invadieron su aldea
No las ha oído
aullar
cuando un hombre ve a sus hijos
estallar en añicos frente a sus ojos
ni gemir
cuando un niño pierde sus dos brazos
y a todos sus hermanos.
El soldado no sabe
que las palabras de los poemas
maldicen
cuando una mosca aterriza
sobre la cara de un niño moribundo
vomitan
con el hedor de la muerte
de un hospital saqueado.
No sabe
que guardan silencio
cuando un soldado
se sienta en un camino de tierra,
con un pequeño cuerpo entre los brazos.
Lilvia Soto
No hay comentarios.:
Publicar un comentario