martes, 1 de marzo de 2016
Ulises y otros poemas de Silvia Sigüenza
DIOS, UN LEVENTE
Cómo se puede hablar desde esta arista
al páramo que todo lo disfraza
de un hálito divino
y puede en cambio no dolernos
este barco sin rumbo que es la muerte
siendo tan real la muerte como el barco
y tan invento insomne lo divino.
ULISES
Perpetuo movimiento
Concédeme el reposo
dame agua de la inercia
mis poros se dilatan aspirando al misterio
Gran río de los eternos qué profunda
tu voz cuando me llamas.
Pero yo estoy aquí...aquí...sin barco
encallada en el mar eternamente
El fuego me calcina derritiendo la cera
y habito en el insomnio.
Ulises ya no pasa. ¿Quién me dará la cera?
Soy una pasajera con extraño destino
Y aquí en el imposible
tu voz es ya la mía.
Sólo existe una línea de río a mar
de calma a movimiento.
Pero no tengo barco no conozco la línea
y estoy aquí...encallada.
Mi corazón no me conoce
Soy toda movimiento y le resulto ajena
Olvido que hay paredes
muros, agua salada.
Soy olvido total olvido eterno
Se me olvida que ya no tengo barco.
Se me olvida que ya no tengo Ulises.
TANTO MIRARA A DIARIO la soga y el cuchillo
extranjeros amor, piedad, consuelo;
bordeándonos el alma
desolación y angustia,
el cielo por las calles
quebrado en mil pedazos
estrellas encerradas en focos y faroles
océanos en botellas adornando mansiones y burdeles;
peces de cien colores en acuarios caseros,
el aire se caliente o se enfría a nuestro antojo.
Cine, alcohol, la eterna juventud y hasta un buen mozo
se anuncian y se venden.
Después de cada compra, la vida
se me revela en sueños
como una acorralada fiera
o algún esclavo nubio.
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