jueves, 7 de junio de 2018

El cuerpo paciente de Leonor Silvestri

Mariana Rodrigues

1/5/14


El cuerpo paciente está siempre a disposición. Entran, salen, colocan. Imposible organizar una suerte

de rutina con horarios, aunque de algún modo en la detención, la hay. De acuerdo a lo que otros 

dictaminan o les conviene, el cuerpo es examinado, palpado, pinchado, visitado. El cuerpo paciente 

está a disposición del control, tendido en una cama. Duermo al lado de una luz de una bomba con 

una luz iridiscente que hace una pequeña y sutil música que jamás se detiene, o apaga. Como una 

sirena, vela mi sueño. El cuerpo paciente está echado a la espera, aguarda que le toque y le manipule 

esta medicina humanizada. El cuerpo paciente sin rutina, sin intimidad, cuerpo en expuesto y 

dispuesto al control, al cual se le llama cuidado. El descanso y la soledad se hace inhallable al cuerpo 

paciente. El cuerpo paciente pierde así su sensualidad.


En el cuerpo paciente se replican estas lógicas incluso por los no médicos ni así llamados 

profesionales de la salud. La gente comienza a dejar aguardando al cuerpo paciente por 40 minutos o 

más, total, el cuerpo paciente carece de poder de decisión y no tiene adonde ir. Su fatum es esperar 

en calma. El cuerpo paciente debe atender el teléfono, responder el mensaje, aceptar el llamado en 

casi cualquier horario que el cuerpo no paciente se haga el tiempo y el lugar para incordiarlo. El 

cuerpo paciente no debe sentir ninguna desasón frente a esto, por el contrario, el cuerpo paciente 

debe seguir sin sus horarios, expurgado de toda potencia vital, porque estar enfermo en una cama es 

aceptar a los demás resignadamente. El cuerpo paciente no tiene exterior, no está en una esquina, se 

puede operar sobre él. Detenido en su cama, quien visita, soberanamente, comienza a decidir por el 

cuerpo paciente, cómos y cuándos, el cuerpo paciente debe y tiene la obligación de alegrarse así. Se 

le comienza a inflingir al cuerpo paciente la tiranía de los normales que se trasladan y tienen que 

hacer. El cuerpo paciente es el ama de casa de la dictadura de quienes producen normalidad y 

sanidad. El cuerpo paciente, total, no hace nada, nada más que estar enfermo, sanándose. Ergo, el 

cuerpo paciente tiene que aceptar, de buen grado, lo que se le da, cómo y cuándo. Agradecido y 

servil debe someterse a la caridad de los prolíficos que deciden los horarios de la visita y la amistad 

sin consenso. El cuerpo paciente, poco a poco, se vuelve no cuerpo.



Fragmento de Games of Crohn, Diario de una internación de Leonor Silvestri.

Más de Leonor Silvestri: aquí.


Más de Mariana Rodrigues: aquí.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario