Caroline Mackintosh
Para ORT
Dedicado a Cesar Cossio
Hace
frío y es de noche.
No sé
si ahora el insomnio amenaza
o se trata de ideas oscuras
que
flotan en el ocio
y muerden como verdades.
Tal vez sea que alguien abrió una puerta.
Por
eso hace frío.
O tal vez sea esta necesidad de recortarnos
partir el tiempo y decir hace frío, hace
calor
por no decir: duele
por no
decir: no lo sé.
No lo
sé.
¿Recuerdas
cuando soñaste que nadábamos?
En el
papel hay agua, arena y una canción.
Estás cantando algo y mientras cantas,
bailas
como imitando las olas.
Una tortuga que nada distraída a tus pies,
luego
se pierde en una hondura que no comprendemos, pero nos cautiva.
Lo que flota allá lejos son los dos hombres que vi ahogarse
la primera vez que vine.
Entonces, el mundo fue una mirada larga
que diseccionaba un grito,
hasta obtener una respuesta groseramente obvia.
Pero,
debo decírtelo, para eso sirve el mar
para
sabernos obvios.
El agua no nos permite comprender su mecanismo
y nos reconocemos como fetos, protozoarios o un pañuelo,
como algo pequeñito y ligero en el oleaje
porque sólo flotamos, ¿sabes?
No entramos
con calma a la vida.
De
algún modo, tú siempre lo has sabido.
Hace
frío y también hace hambre.
Del
papel brotó un árbol y escribo con ligereza
la
palabra sombra para invocar la tarde.
Tal
vez porque pronto anochecerá.
O
porque se ha ido el mar.
Por eso el hambre.
Porque
se me acaban las palabras.
Ya no
sé si el hambre es la forma más íntima del grito
o el grito lo es del hambre.
Ninguna
palabra ha saciado un estómago.
Mucho
menos palabras como éstas:
palabras que hablan de palabras
que
presentan palabras
que
pretenden ser objetos
el
mar, un árbol.
Ningún
papel merece estos ecos.
Por eso no talaré el árbol que ha crecido en la hoja,
Por eso no invocaré ahora tu voz
pero sí tus manos
para abrir un surco en esta tierra blanca.
Vamos a sembrar flores y no haremos ramos
con ellas.
¿Recuerdas cuando fuimos al mercado y me
regañaste
por haber comprado ese crisantemo?
Dijiste: Si la flor recién cortada pudiera
mirarse
no sabría si llorar conmovida por su
belleza
o por su muerte.
He dibujado, sin darme cuenta,
la ciudad en la que vivimos juntos un
tiempo.
Aquella ciudad en la que la nube
y la lluvia germinaban míticas arquitecturas
de niebla,
donde una poeta vio suspirar a dios.
Escucha.
Ahora llueve.
La lluvia disimula nuestra tristeza,
nos
mira tristemente:
en el fondo quiere ser abrazada,
tener
en el vientre árboles y niños que salpican la acera.
Pero apenas
soporta el movimiento de hombres grises y sabios.
Es necesario decirlo: de nada vale saber esto.
Saber
que hay un minotauro escondido en mi cuerpo,
escondido en la ciudad;
buscarlo
es encontrarse:
Yo
también he embarrado mi mano con la
sangre de otros
y me he calentado con ella el corazón.
He sido una piedra:
he dejado estallar a los que amo sin reunir sus partes.
He pasado impunemente frente a las mujeres que gritan
y el
niño que llora.
También
he sido una larga mirada sin voz,
una soledad ciega y azul que camina por las calles,
celosa de su llanto
hambrienta
de ternura.
Me he salvado, lo confieso.
Pero
sé que en el fondo
conjuramos la dulzura como un amuleto
y no tenemos a quien preguntarle
pero
aun así preguntamos
en silencio:
¿Soy
bueno?
Te digo
esto con la boca partida
Te
digo esto a ladridos.
Porque
es necesario.
Pero no sólo será rabia.
No
todo será inyectar de anquilosado odio.
No, señalar la luz, no. Tampoco morder
la luz,
tampoco derramarla sobre las sombras.
No iluminaremos a nadie.
Trabajaremos
con sangre con pan con tierra con
el otro:
con
esa patria olvidada del prójimo.
En
esta hoja la crueldad palpita
tiernamente
y duerme la bondad como un niño que se arropa
con la manta de tus manos.
Dame tus manos, otra vez.
Aquí
está oscuro.
Es de noche y llueve.
Tal vez
porque estoy llorando.
Porque
sonrío.
Porque
el papel ya se acaba
porque
mis dedos están helados.
Miro
las flores en la hoja: están brillando.
las personas congeladas en el mercado,
el
crisantemo que compré sólo para admirar su muerte,
los
callejones y la niebla de nuestra ciudad,
incluso la espuma en la boca y los orificios nasales de los ahogados brilla.
Todo
brilla pacíficamente.
Ser
luz: brillar, apagarnos.
Nadie
muere. Lo sabes.
Morir es otra manera de estar vivos.