Quiero bien a la palabra viva:
alegremente por aquí brinca;
saluda con gentil reverencia,
es graciosa incluso en la torpeza.
Tiene casta, resopla denodada,
pues al oído del sordo se arrastra;
se ensortija y revolotea,
y todo cuanto hace deleita.
Pero la palabra es criatura tierna,
unos ratos sana, otros enferma.
Si quieres que su corta vida guarde,
has de ser con ella grácil y suave,
no manosearla ni maltratarla,
pues muere a veces por malas miradas.
Y entonces yace tan deforme,
tan exangüe, tan frío y pobre
su cadáver cambiado gravemente,
vejado por la agonía y la muerte.
Una palabra muerta es algo feo,
es un esquelético tintineo.
¡Qué asco de todas las artes mezquinas
que matan palabras y palabritas!
Esto no es un libro: ¿qué importan ellos,
qué importan esas mortajas y féretros?
Esto es una voluntad, una promesa,
una última rotura de pasarelas,
es un viento marino, un dejar anclajes,
un guiar el timón, un rugir de engranajes;
brama el cañón, blanco humea su fuego,
ríe el mar, lo monstruosamente inmenso.
Friedrich Nietzsche
domingo, 16 de marzo de 2014
miércoles, 12 de marzo de 2014
PERFECTO MÍO, SEÑOR DE LOS POTREROS
Me anega esa sazón oscura y cálida de cafetal,
los muros de agua resbalando obstinados
los muros de agua resbalando obstinados
en menudas cortinas
y esa marea exótica, penetrante,
de verde alcohólico en tus montes.
Todo quedó allá.
Mi nervio, mi tenso músculo
enraizados en tu tronco voraz.
enraizados en tu tronco voraz.
¡Ah!, implacable e impecable jinete,
señor de los potreros,
señor de los potreros,
dueño de mi verano apocalíptico,
añoranza radiante en mi septiembre.
Yo no quiero
que pase sobre ti
su lengua el tiempo.
Que no se desdibuje esa plenitud escultural,
que la preserven de todo mal los dioses,
que no desbande tu maciza voz
el viento.
Perfecto mío, adéntrate en mi seno.
Escóndete en la gruta de mi lengua.
Súbete en mi palabra:
salta entero al papel.
Ojalá yo pudiera eternizarte
en la más alta catedral del viento.
Enriqueta Ochoa
sábado, 1 de marzo de 2014
Poemas de Ángel José Fernández
LOS FANTASMAS
(fragmento)
su especie en extinción
y me habla cosas
como un embajador
del más allá
contándome sus penas.
Es decir
de trasnochado Dios eso que dicen,
y me consuelo a tientas,
me espejeo
con mis sombras doy lectura de fe
de que me siguen.
Y soy yo sin Dios,
y soy el mismo viento por el patio.
10
El azar es azul, así lo expresa
la música del mar
de arenas movedizas, tropezón
de este ser
que apaga su caída
con su temple motor.
La pesadilla es irse acostumbrando
a cruzarse de manos y doblar aspavientos,
escuchar a la muerte
como en un caracol
con sus palabras huecas y acercarse
hasta ser,
puro en su tumba, sólo el torpe
que uno mismo se erige en el abajo.
Vaya pancarta silenciosa,
calamidad de viva roca sorda
y roca viva a golpe y sangre.
Vaya.
De Tempestad en la lumbre, en "Nocturno al amanecer", 1984.
(fragmento)
A Pancho Salmerón
1
Los fantasmas del patio de mi casa
son sábanas tendidas
en lo oscuro,
huecos del ser
y augurios malhabidos
y son también, constatación de luna.
Los fantasmas del patio de mi casa
son sábanas tendidas
en lo oscuro,
huecos del ser
y augurios malhabidos
y son también, constatación de luna.
Mueve el viento
sus títeres nocturnos,
se ensaña con mis miedos,
aletea
sus títeres nocturnos,
se ensaña con mis miedos,
aletea
su especie en extinción
y me habla cosas
como un embajador
del más allá
contándome sus penas.
Es decir
de trasnochado Dios eso que dicen,
y me consuelo a tientas,
me espejeo
con mis sombras doy lectura de fe
de que me siguen.
Y soy yo sin Dios,
y soy el mismo viento por el patio.
De "Algo así", 1981.
10
El azar es azul, así lo expresa
la música del mar
de arenas movedizas, tropezón
de este ser
que apaga su caída
con su temple motor.
La pesadilla es irse acostumbrando
a cruzarse de manos y doblar aspavientos,
escuchar a la muerte
como en un caracol
con sus palabras huecas y acercarse
hasta ser,
puro en su tumba, sólo el torpe
que uno mismo se erige en el abajo.
Vaya pancarta silenciosa,
calamidad de viva roca sorda
y roca viva a golpe y sangre.
Vaya.
De Tempestad en la lumbre, en "Nocturno al amanecer", 1984.
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