con olor al canto de las ranas
que llaman a sus esposos en la vera del río,
con olor de potreros que se queman en la oscuridad,
con olor a ubre de vaca en mis senos dilatados por el deseo
con olor a manantiales sudoríficos
nacidos en la ranura de los cuerpos en batalla.
Vengo con olor a río, a lago, a pantano,
a olvido por minutos,
a calor en un pueblo perdido,
a cigarro fumado en la espera,
a polvo, a lluvia, a tiempo, a moho.
Vengo con olor de amor
en un lecho esquinado,
en un cuarto oscuro,
en una casa a la orilla del río.
Vengo con olor de amor
de un hombre que pierde su sombra,
de un hombre con cuerpo de barro,
de un hombre de corazón de pájaro.
Vengo con olor de un hombre
que se llama Alejandro
y que tiene olor a mar.
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