Amor, si me miraras, Amor, deidad huraña,
dios de las madrigueras, dios de las espaldas;
si cayera sobre mí tu "clara pesadumbre"
revelando tus rasgos, amasador de sombra;
si una vez me miraras en los ojos
y no me prefirieras siempre ese yo que es otro,
infiel en contubernio con mi doble,
tú, refugio sellado y puerto insituable;
si me dijeras basta, Amor, deidad sin rostro;
si me riera, y tú también, de pronto,
renunciando a tu gesto de dudosos martirios,
tú también, pobre ídolo, tú también te rieras
-¡y rasgando ¿verdad? tus velos y tus máscaras
desnudarías con soberbia hilaridad la ficción vana
de esta comedia sórdida de espectros y de infiernos!
(Basta ya ¿quieres? Basta. Ríete y vamos a encontrarnos...)
Tomás Segovia
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