lunes, 18 de enero de 2016

Cinco poemas de Francisco Cervantes Vidal




LÍNEAS

A Carmencita y Justo

Hay un gesto extraño en estos días
Que desde la luz te mira.
Tal vez la historia en sus hieroglafías
Canta o calla, avanza o se retira.

Tal vez no existes y caminas,
Tal vez eres tan sólo ese "tal vez".
¿O serás esa sombra en las esquinas
Y no llegues ni siquiera a su revés?

En vano te preguntas ya
Cuanto es posible se pregunte.
Algo que nunca fuiste va
Extinguiéndose y no va
Reviviendo disidente.

Terminas de escribir
Y mañana que tal leas,
Ya no podrás vivir,
Tus altas y bajas, las mareas.

Y bueno. Firmarás las líneas
Sin corregir las otras líneas.



PARA ENTENDER EL ALFABETO

El animal piensa: "Nada nuevo;
Pensaré lo ya pensado muchas veces".
Y en su cansancio se dirá: "Debo
Indiferencia al triunfo y sus reveses".

Escribirá algunas letras, luego,
Como para entender el alfabeto
Y lo que en él parece ruego
O imprecación, canto, esqueleto.

Algo amarillo o sólo amarillento.
Anota entonces simuladamente
Palabras que son el mismo intento
De toda su vida y de su mente.

Mas algo no repite y no lo sabe.
Por eso es lo que es y añade:

"Las letras protegieron un secreto
Que hoy no se comprende.
Lo protegen aún, ¿ya sin objeto,
O ellas son el objeto que protegen?

"En el énfasis agotaron su existencia
Y fueron una nada vehemente.
Son lo que fueron: el juez, la audiencia
Y la efigie de acusado ausente".



HOMENAJE A BOSCÁN

(y a Luis Cardoza y Aragón)

No hablemos de tristeza

Pues tristeza

Es la materia misma de la lengua:

Es triste hablar
                 De todas formas

El canto en ocasiones
                          nos redime
Pero sólo mientras es,
Durante el sueño
que resulta
del cantar.

Amigo Garcilaso,
                           ¿lo recuerdas?

Tristeza, pues yo soy tuyo,
Tú no dejes de ser mía.


El hermano de armas tuyo
Y de letras,
En fin, tu hermano.



SUEÑA DON SEBASTIÁN 

Conozco a quien soy, no a quien seré.
Y no soy yo, es la leyenda.
Dos actores sé, que actuaron
Prólogos de mi veloz presencia.
Bien sea que aquí ya vengo.

Soñé, viví en la fiebre
¿De qué manera diferente
la vida permitido se me hubiera?
Mas viva era la fiebre
Contracorriente.
La fe, sus cuatro brazos,
Los ojos ciegos de las Quinas
Y el vivo resplandor de las arenas.
En un momento,
En tanto oleaje de las sueltas ropas
Al yatagán disimulaban,
Aliento extremo me arrancó
De esa imagen compuesta por azares
Ya no identificables,
Si bien que miserandos.
Espero desde entonces
La barra, el puerto,
Tronando los cañones de mi nao.


MEDITACIÓN DE VIERNES SANTO

Perderlo todo,
Que la desolación
Se lleve al polvo.
Que un viento
Tengamos por vestido
Y por compañera

Sólo
La certeza de la muerte.
Ésta,
Nadie
Nos la arrebatará,
Aunque demore.

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