No basta la doctrina de Jacinto Canek
para entender por qué cuando miro las estrellas
siento que me hundo;
como tampoco le basta el cielo a la poesía,
ni la tristeza a la insistencia
ni el asombro a lo que muere.
No entiendo.
¿Por qué sigue siendo insuficiente
el acto de voltear hacia arriba?
¿Por qué amo al maya sobre el sendero, a oscuras,
descalzo, puesto en el libro?
¿Para esto sirven los libros, Canek?
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