miércoles, 30 de mayo de 2018

Ser de Dorothea Lasky

Chrissy Lau

Ser el nombre pronunciado, pero sin la carga de ser
Ser el nombre dicho pero no escuchado
No respirar más, ser aquello
Ser aquello que se respira
No estar a punto de morir, estar ya muerta
No decepcionar
Sin la carga de llegar tarde
o ser puntual
No comer, no tener que comer 
No sentir nada
No ser aquella cuyo afecto es criticado
No recoger las cajas caídas 
Estar en todos lados sin cajas o platos
No romper los platos
No soportar la carga de no estar presente
No tener que sentir dolor o ser herida
Dejar ir el dolor 
Y que sea solo mi imaginación 
Y la imaginación está en todas partes, en todos los colores
No tener color, ser el color
No hacer sonidos, ser el sonido
No tener lenguaje, ser eco, proyectar el lenguaje
Ser la transmisión de palabras
No estar triste 
No tener por quiénes estar triste
No comer sola
No coger con quienes no creen que mi cuerpo es hermoso
No coger
O algo
Ser cenizas sin lugar
No estar sin lugar, pero tampoco estar en alguna parte
Entrar en el océano no por capricho, por un impulso 
Donde no haya centro 
Donde no haya seguridad
Allí nunca hay
Allí nunca hay ira
Nunca hay algo qué mirar
Nunca mire nada
Solo fui y caminé 
Traté de amar
Pero el amor no tiene esperanza
Y yo la he perdido toda, tan sombría que voy más allá
Estoy más allá de lo que podría considerarse bajo
Hay bajo o alto, espacio o tiempo,
Yo he ido más allá de aquello que es pronunciado
No tengo la obligación de hablar 
ni de hablar por mí
Croar eternamente al pantano
No digo una cosa
Existo
No, no lo hago
Nunca lo hice
Puede que tú lo hayas hecho
Pero yo ya me había ido
Y aún sigo allí
Aquello que pronuncias
Ya lo he pronunciado
En un mundo de cenizas y luces
Ellos llaman por mi nombre
Ellos me esperan
Y ahora sé que
Yo siempre estuve allí
con ellos.
Más de Dorothea Lasky: aquí.
Más de Chrissy Lau: aquí. 
Traducción del inglés: Arely Jiménez. 

sábado, 26 de mayo de 2018

EL REGRESO de Robin Myers

Carmen Hui


Ésta es la calle donde tu madre te dio a luz.
Ésta es la llave que perdiste en la nieve, y éste es el abrigo que usaste para buscarla.
Ésta es la manera en la que se ve el cielo desde un avión la mañana en que huiste de casa. 
Éste es el lugar que pensabas nunca abandonar.
Éste es el sándwich que comiste en la escalinata de la iglesia, las migas que lanzaste a las palomas. 
Ésta es la funda de almohada que tu cabello delinea. 
Éste es el verano.
Éste es el continente que cruzaste, la carta que metiste a la lavadora por accidente, el cuchillo de cocina
que salpicaste de sangre cuando a solas cortabas una cebolla.
Éste es el asombro al reconocer a un amigo por su tos desde la otra habitación. 
Esto, a pesar de que estés dormido, es un ratón bajo el piso de madera y la luz que se esparce por las
rendijas, y estas son las sombras sobre la columna de una espalda que se gira.
Esto es casi lo que quieres decir.
Esto es alguien que toca a Brahms bajo las escaleras, el vaso de agua que tiembla sobre el piano, se
derrama.
Esto es ira, clases de manejo, un año en tu vida; ésta es la parada de autobús, las sábanas, la onda de
calor; estos son los fuegos artificiales que viste desde lejos y que mudos se abrieron como flores en una
colina oscura.
Esto es la manera en que observas a la gente en el tren y la extrañas. 
Esto es la fe que pones en el nudo de la cuerda
que estás escalando, y estos son tus dedos, calientes y despellejados.
Esto no es una excusa. 
Esto es el océano dentro de una concha. 
Esto es el océano.
Esto es, al parecer, a lo que hemos llegado.
Esto eres tú, si regresas.
Esto eres tú si no regresas.

Robin Myers

Traducción de Jesús Carmona-Robles


Más traducciones de Jesús Carmona-Robles: aquí. 
Más de Carmen Hui: aquí

lunes, 21 de mayo de 2018

Diario de una mujer de ojos grises de Atenea Cruz

Elena Pancorbo.

Los siguientes poemas pertenecen a la antología personal Diario de una mujer de ojos grises (2009, ICED), que se compone de cuatro poemarios distintos: "Canción contenida" (2008), "Diario de una mujer de ojos grises" (2007), "Metodología del olvido" (2004) y "Del amor y otras enfermedades venéreas" (2002). Los comparto al azar, conforme fui hojeando el libro, el cual está exquisitamente ilustrado, definitivamente es uno de esos libros que son hermosos no sólo por los poemas, sino por el manejo y acompañamiento que se les dio.


IV

Deberíamos recordar
esa canción
que nos reveló que teníamos alma.
Deberíamos llevar en la cartera
una foto
un papel
una carta
que nos identifique humanos.

Deberíamos llevar
en la punta de la lengua
la pregunta que pueda destruir
lo que sentimos cierto.

Habría que beber un poco,
chillar por los errores
que no podemos perdonarnos,
regresar al amor,
mirar con los ojos torcidos,
llorar como un niño,
apedrear a los que no sean como nosotros,
caminar hablando de lo que no tenemos,
de lo que por suerte no somos,
de los lugares donde no nos dejan entrar.

Deberíamos recordar
las estupideces que nos han enseñado
y caminar derechos
y decir buenas tardes.

Recordar,
porque la vida es corta.



Elena Pancorbo



DULCE

La gente me dice
¿por qué no puedes ser más tierna?
¿Por qué no intentas ser más dulce? 
¿Por qué no aprendes otras palabras
además de las negras? 

No es que no sepa hablar de ese modo,
es que no quiero hacerlo.

Dejen de molestarme. 

Si fueran tan buenos como dicen
se parecerían un poco menos a mí. 

Viviríamos en silencio
sin mirarnos a los ojos
pero al fin en paz. 






RESIGNACIÓN

Al final
sobra tiempo para contemplar las estelas de las mariposas.
Tender al solo los recuerdos que nos mantienen erguidos
para sacudir las cenizas.

Al final hay espejos que lastiman
y oscuros escondites donde la memoria juega al póker.

La vida es un ejercicio de resignación y olvido.
Una cuestión de fe.

Lo doloroso es ver pasar los años
el amor
las tragedias
el cuerpo
y al final descubrir
que todo era tan simple.

Lo importante fue siempre
estar tranquilo.
Intentar ser feliz
en caso de que Buda nos mintiera
por si acaso no existe el Paraíso
por si es cierto que aún no estamos muertos.

Acaso sea probable
que la vida no trata más que de eso:
aprender a estar vivos.



UNO PARA HENRY CHINASKY

Él dijo: 
"Anoche
soñé que te metía la verga
pero 
no pienses
que estoy dándote entrada
o que significa algo para mí".

Sonreí. 

Nunca fui más. 

Su nombre todavía me dolía hasta la carne.
Cada vez que cogimos
me hizo creer en la posibilidad del cielo. 
De un Dios.

Aún es mi única razón para existir. 

Pero sólo dije: 
"Pene se oye menos vulgar"
y salí. 



Elena Pancorbo



SRITA. BLUE

Señores, 
como última voluntad
quiero mostrarles mi radiografía: 
soy morena clara
como una noche remojada de agosto.
Me gusta el agua,
pero cuando viene del cielo
me entristece.

Le temo a los vampiros
a pesar de que duermo
con la ventana abierta.

Alguna vez,
probablemente de niña, 
creí que un vaso de esperanza
no se le niega a nadie;
ahora sé
que estar marchito
no necesariamente
implica que estés muerto.

A estas alturas
no sé diferenciar 
catorce atardeceres
de dos cuerpos.

Y mi capacidad de formar parte de un todo
decrece
en proporción directa al aumento
del azul en mis córneas.

La mayor parte del tiempo
preferiría dormir,
estar leyendo,
o hacer el amor con alguien
digno de quitarle a mi angustia
este olor a soledad. 

Pero 
para cualquiera de las tres
se requiere de tiempo y energía: 
olvidé mencionar
que estoy obscenamente enferma
de fastidio
frigidez en el habla,
y demás afecciones nerviosas 
que conlleva
dejar de tener diez años.

Señores, 
hay algo cuando río
que no me deja ser
completamente honesta. 

Todo lo dejo a medias.
Desde hace años cuando me acuestio
sueño sombras corriendo tras de mí. 

Los perros me dan lástima
por fieles, 
por estúpidos; 
a veces no me gustan los gatos
pero en mi casa han habido hasta doce.

Me siento fracasada
y el entusiasmo me dura lo mismo
que la erección de un hombre a los sesenta.

Aun así,
hay gente que me envidia
y lucha por destrozarme. 
No soy ninguna víctima
pero lo más ridículo
es 
que han logrado
acabar con la ración de fe
que el buen Dios me vendió
a cambio de mi silencio. 

Ya que hablamos de Él
déjenme confesar
que soy una traidora.
No creo en el infinito.
Por diecisiete años
he visto los milagros
como una transacción.
Me di un receso
y ahora busco la fe
plenamente consciente de mi incapacidad
para confiar.
Sólo por miedo a condenarme. 

Señores: 
es todo lo que puedo declarar en mi defensa. 
Como última voluntad
quiero venderles mi radiografía.

Vamos a imaginar 
que es el retrato
de la perfecta niña feliz
políticamente correcta,
y cuélguenla en la estancia 
de una casa
cualquiera. 


Más de Atenea Cruz: aquí.

Más de Elena Pancorbo: aquí. 

Canek (fragmento)




No basta la doctrina de Jacinto Canek
para entender por qué cuando miro las estrellas
siento que me hundo; 
como tampoco le basta el cielo a la poesía, 
ni la tristeza a la insistencia
ni el asombro a lo que muere.

No entiendo.
¿Por qué sigue siendo insuficiente 
el acto de voltear hacia arriba? 
¿Por qué amo al maya sobre el sendero, a oscuras,
descalzo, puesto en el libro? 
¿Para esto sirven los libros, Canek?